sábado, 10 de noviembre de 2012

Mezquita versus Catedral

Nave central de la Mezquita. Al fondo el Mirhab
Al hilo de mi visita semanal a los blogs de mis amigos, en el llamado "Supersticiones" de Manuel Harazem, (http://manuelharazem.blogspot.com.es/2012/11/hubiera-sobrevivido-la-mezquita-sin-la.html) me encontré con una entrada suya sobre la relación amor-odio por la existencia de una Catedral cristiana en el centro de una Mezquita islámica,  y surge, como así titula su entrada Harazem, la pregunta del millón: ¿Habría sobrevivido la Mezquita de Córdoba el paso de los siglos sin la existencia de una Catedral cristiana dentro de ella?

La pregunta jamás tendrá una respuesta cierta, y solo puede estar basada en especulaciones más o menos lógicas, más o menos justificadas, o simplemente fantasiosas. El período que abarca desde el domingo, 29 de junio del año 1236, en el que el Obispo de Osma consagra la Mezquita de Córdoba, acompañado del Rey Fernando III de Castilla, hasta hoy, ha pasado la friolera de 775 años, 10 meses y 10 días. Tiempo suficiente como para que los distintos momentos ideológicos, económicos y culturales hubieran influido en el edificio que hoy disfrutamos de maneras hoy impredecibles.

Antes de continuar con esta lectura recomiendo leer primero el artículo del blog "Supersticiones", cuyo enlace encabeza este texto, pues, aparte de las interesantes notas y conclusiones que aporta, esta entrada va a servirse de él para confirmarlas o rebatirlas.

Arcos de medio punto y de herradura en la Mezquita-Alhama 
Pocos imaginaban allá por el siglo VIII que alguien tuviera la ocurrencia arquitectónica de dar luz, color y esbeltez a una construcción usando una doble arcada, de herradura en la parte inferior y de medio punto en la superior, derivando los pesos hacia cimacios de modillones que lo redireccionan a la columna. Sobre cada tramo de nave, un acueducto evacua el agua de las cubiertas hacia el exterior. Aquello fue un ingenio único en su tiempo, adelantándose en más de tres siglos a los arquitectos góticos. Todo aquel que entraba en la Mezquita-Aljama y veía los arcos de dovelas rojiblancas pensaba que aquella construcción no resistiría y se vendría abajo en cualquier momento. Pero eso nunca ocurrió. Es más, aún hoy sigue en pie, desafiando terremotos, lluvias torrenciales, cambios bruscos de temperatura o agresiones de distinta índole.

Hoy nos hemos acostumbrado tanto a verla que se nos hace imposible pensar y asumir lo que supuso en su tiempo. Aquella maravilla que nos idearon y construyeron los arquitectos del emir Abderrahman, primer emir independiente de Al-ándalus, fue de tal magnitud que los gobernantes más inmediatos entendieron que habría que mantener para las futuras generaciones.

Mirhab
¿Habría sido suficiente esa importancia artística, arquitectónica y monumental para mantener el edificio intacto a lo largo de los siglos venideros?

La Iglesia Católica no lo quiso entender así. La lucha entre el significante y el significado provocó encontronazos basados en moralidades dignas del Señor y opiniones excomunionantes que acechaban, cual hiena carcajeante la base de la religiosidad.

Maqsura
El Cabildo Civil de la ciudad de Córdoba (algo así como el Ayuntamiento de hoy) prohibió que nadie tocara la Mezquita bajo amenaza de cortar sus manos y sufrir atroces represalias. Todo fue en balde. Con la Iglesia y la Realeza hemos "topao".

El Rey Alfonso XI promueve la edificación de la Capilla Real para su enterramiento, hoy lamentablemente cerrada, con una decoración nazarí de la misma fecha de la siempre deslumbrante Alhambra de Granada.

Capilla Real
Luego, la Reina Isabel "La Iluminada", esposa de Fernando... "El Promiscuo" (por no decir otra cosa), accede a la presión católica para romper la armonía arquitectónica de la Mezquita y permite arcos apuntados y espacios diáfanos en la parte que el segundo Abderrahman hizo construir originalmente, cargándose toda su obra más occidental. Y cargándose también la oposición que hizo el Corregidor Luis de la Cerda, que pretendía mantener el edificio intacto para futuras generaciones. Se ganó la excomunión, que es lo mismo que declararle a uno hoy insolvente o un "simpapeles", por inmiscuirse en asuntos de Estado.

Y una vez abierta la brecha por los catolicísimos reyes de Castilla y Aragón, las filtraciones fueron imparables, y el sótano musulmán se colmó de agua bendita hasta la saciedad. Agua que, sin huesos, penetró en los recovecos de los muros asogatizonados, sin remedio.

Cúpula, crucero y cabecera de la Catedral de Córdoba (Hernán Ruíz y Juan de Ochoa, S.XVI)
Coro de la Catedral de Córdoba (Pedro D. Cornejo XVIII) uno de los mejores de España.
Tumba del Cardenal Salazar (Siglo XVIII) en la capilla de su nombre (muro de la Qibla)
Custodia del Sacramento (Enrique de Arfe, S.XVI) Joya cordobesa.
Después de este breve, brevísimo, repaso histórico-artístico a la Mezquita-Aljama de Córdoba, hoy usada como Catedral católica, cabe volver a la pregunta inicial que muchos de los que la visitan, o no, se hacen: ¿Habría sobrevivido si no fuera por la impronta católica en su interior?

Voy a mojarme, con todas sus consecuencias, y voy a decir que NO.

Si nuestro Corregidor Luis de la Cerda (cuyo nombre da hoy a la calle que parte de la que da al muro de la qibla de la Mezquita y llega hasta la Cruz del Rastro, y que antes se llamaba Cardenal González) hubiera sido capaz de vivir durante un par de siglos o tres, quizás habría habido esperanza. Pero los tiempos cambian, las ideologías, las culturas, las presiones políticas y, sobre todo, religiosas. Don Luis fue excomulgado por su  rebeldía, pero si hubiese sobrevivido al paso de los años, es probable que hubiera acabado en el cadalso de la Corredera, quemado por hereje.

Plaza de la Corredera, donde quemaban a los herejes, y luego corrían toros.
¿Cuántos Luises de la Cerda habríamos necesitado para que la Mezquita de Córdoba no la tocara nadie? ¿Contra cuántos elementos habrían de luchar esos Luises de la Cerda para defender un edificio único en el mundo?

Preguntas, siempre preguntas, y casi siempre, en estos casos, sin respuestas.

Felipe II, el Habsburgo que entró de rodillas en la Iglesia de los Santos Mártires de Córdoba, hoy desaparecida, y que celebró cortes en la Sala Capitular del la Mezquita-Catedral durante un año completo. ¿Habría permitido hacerlo en el mirhab de la Mezquita? No me lo imagino.

Felipe II
Fernando VII, "El Subnormal" (con perdón), después de que su pueblo aprobara una Constitución popular que incluía la pluralidad de este maltrecho país recién llamado España, y reinstauró la represión y la Inquisición católica, ¿habría sido capaz de pasar por delante de la Mezquita sin que le diera un síncope? Por la cara que tiene, me temo que habría ordenado inmediatamente la demolición.

Fernando VII
No creo que alguien que se hace "pasear" bajo palio habría permitido que un edificio "moro", impresionante, joya de la arquitectura, no estuviera de parte de la Verdad Papal.

Franco bajo palio
En definitiva, han sido muchos momentos históricos a los que la Mezquita-Aljama de Córdoba no habría sido capaz de sobrevivir sin la impronta católica. O era de ellos o no sería nunca más. Un edificio con más de 20.000 metros cuadrados en pleno corazón de la ciudad, o era pasto de la especulación o era devorado por la simiente eclesiástica. Por suerte o por desgracia, lo segundo se impuso.

Hoy en día tenemos un templo singular, único en el mundo, "pisado y jorobado" pero único.

Catedral de Córdoba sobre la Mezquita-Aljama de Córdoba
Una Catedral católica amedrentada por un entorno sublime, dentro de una Mezquita musulmana mutilada; con sus "conversaciones" arquitectónicas e históricas. Fusionadas a veces, y otras discrepantes, pero siempre conviviendo.

Ya solo falta que la Iglesia Católica entienda que ha llegado el momento de retirarse, y de dejar para la Humanidad lo que la Humanidad le permitió. La Mezquita-Catedral de Córdoba tiene que dejar de ser, para siempre, un centro religioso, para convertirse en un lugar donde se recuerde la pluralidad del ser humano, y lo que la fe y el sentimiento, sea de donde sea, le hizo construir maravillas como esta que hoy tenemos.

Detalle del mirhab de la Mezquita